Cuando la ficción parece más real que la realidad misma…
Amor. Desorientación. Esperanza. Pérdidas. El sentirse insuficiente. Traición. Infidelidad. Soledad. El sentirse moribundo. Violencia. Engaños. Tristeza. El qué dirán. Injusticia. Feminismo. Maltrato. Machismo. Personalidad escindida. Superstición. Prostitución…
Ya, ¡basta! No voy a seguir. Supongo que ya estarás entendiendo por dónde voy… Los temas mencionados no sólo son temas de dos libros que recientemente he leído en mi curso de literatura, sino son temas actuales en la realidad de hoy en día. Son temas universales, cotidianos, frecuentes, comunes, escondidos, presentes y vergonzosos… Son temas vividos por muchas personas de todo el mundo todos los días.
Tal vez te estás preguntando ahora mismo: “¿Y qué?”. Lo cierto es que tú puedes seguir viviendo de la misma manera que siempre, sin parar un minuto para reflexionar sobre lo que sucede alrededor de ti; ahora y siempre. Entonces yo no te voy a decir nada. Tampoco hace falta que te hagas el esfuerzo de seguir leyendo. Porque este texto es ese minuto, que tal vez no tienes, ese minuto de reflexión sobre la fatalidad de la vida de muchas personas – personas reales y personas ficticias – cuyas historias han sido narradas de dos autores muy distintos en dos obras aparentemente muy distintas, pero que también, si miramos más allá del primer vistazo, tienen elementos unificadores y comunes.
La escritora moderna y feminista de España Lucía Etxebarria y el escritor clásico Premio Nobel-ganador de Colombia Gabriel García Márquez representan dos estilos literarios completamente diferentes, tanto en el lenguaje y la técnica narrativa como en la temática de sus obras. Cuando Etxebarria nos narra historias de una manera directa, desnuda y sencilla, muchas veces con un lenguaje coloquial y vulgar, García Márquez pinta cuadros de colores en nuestra fantasía con su lenguaje siempre tan poético y a veces algo rebuscado (un hecho que no necesariamente tiene que ser malo, pero que requiere más esfuerzo y atención del lector a la hora de leer, y aún más si el lector es extranjero).
Los autores mencionados han publicado cada uno un conjunto de cuentos sobre, entre otros, los temas que iniciaron este texto – cada autor a su manera. La obra de Etxebarria es titulada Una historia de amor como otra cualquiera[1] y el tema principal de todos los cuentos es, como el título bien indica, el amor. La protagonista siempre es una mujer, pero las relaciones y el tipo de amor que aparecen en los cuentos varían. Al final del libro hay un epílogo de la autora que es titulado “La realidad supera a la ficción”, en el que Etxebarria explica, con el apoyo de unas estadísticas, que en la realidad muchas veces suceden cosas tan crueles como – o hasta más crueles que – las acciones de las historias inventadas por personas con demasiada fantasía (sé que Pilar ahora mismo está pensando que uno no puede tener demasiada fantasía… ;)). Los cuentos están basados en hechos reales, aunque Etxebarria ha tenido que cambiar datos personales para que los personajes queden anónimos y justamente personajes y no retratos de personas reales.
En cuanto a García Márquez, los cuentos del libro Doce cuentos peregrinos[2] parecen, al menos al primer vistazo, ser pura ficción. Sin embargo, creo que yo, leyendo este conjunto de cuentos suyos, por fin he entendido de verdad el concepto del “realismo mágico” (tal vez debo decir que aún no he leído Cien años de soledad). Los doce cuentos están narrados como ficción, con temas improbables – o quizás mejor expresado irreales – pero contados con un lenguaje tan descriptivo y de una manera tan indiscutible que me hacen creer ciegamente que las acciones de los cuentos podrían ser reales. Por supuesto interpreto unos cuentos como menos ficticios que otros, pero por decir algo general de todo el libro me limito a dichas líneas.
Ya habrás entendido que el tema central de esta contribución es, o será, la frontera entre la realidad y la ficción. En la vida diaria parece normalmente ser fácil distinguir entre ficción y realidad, y por lo general ése es el caso en la literatura también. Sin embargo, estas dos obras me han hecho cuestionar cuánto sabemos de nuestra realidad y nuestro alrededor, y cuántos hechos tomamos por increíbles sin comprobar si realmente han sucedido o no. Muchas veces la realidad nos parece demasiada dura, demasiado fuerte, y lo más cómodo para el ser humano es entonces decir que “No, eso no me lo creo. Eso se lo habrá inventado esa escritora con una fantasía exagerada”.
El hecho de leer las obras de García Márquez y Etxebarria para luego compararlos me ha despertado el interés por cuestionar qué es real y qué es ficción, tanto en las obras como en la vida “real”.
Un ejemplo de cuando la ficción se convierte en realidad es el cuento “<<Sólo vine a hablar por teléfono>>” de García Márquez. Trata de una mujer que por error es ingresada en un hospital para mujeres enfermas mentales, y que, por el tratamiento de las guardianas de ese lugar, se convierte cada día más loca. Al final del cuento el lector se queda en la incertidumbre de no saber si la protagonista se ha vuelto loca de verdad o si todavía es que la gente alrededor de ella la trata como a una loca, y por eso ha perdido la motivación de demostrar que está bien de cabeza y que sólo fue al lugar para usar el teléfono. El momento crucial del cuento y de la protagonista es cuando su marido va al hospital a visitarla y él admite que, según lo que le ha contado el médico, le “[…] faltan algunos días para estar recuperada por completo”[3] y ella se da cuenta de que hasta su propio esposo piensa que está enferma. La mujer le responde: “– ¡Por Dios, conejo! […] ¡No me digas que tú también crees que estoy loca!”[4]. Cuando la mujer pierde su única esperanza, de que su marido la pueda sacar de allí, le da igual todo. A partir de ese momento ella no quiere volver a ver a su marido, y se queda allí en el hospital rechazando sus visitas. Esta parte del cuento es fundamental, ya que aquí el malentendido y la equivocación (llamémoslo ‘ficción’) se convierten en realidad. La mujer se da cuenta de que no puede hacer nada que convenza su alrededor de que está sana. Cada intento de mostrar su sanidad hasta entonces le ha servido como una muestra de lo contrario.
Me pregunto si la realidad muchas veces no funciona de manera igual. ¿Quién decide lo que es ‘estar sano’ y ‘estar enfermo’? En el libro de Etxebarria hay un cuento (“Mal acompañada”) de una mujer que de joven fue violada. Decide dejar a su marido por lo que él dice sobre un caso de violación que él recuerda de los primeros años de su carrera profesional como abogado. “Y Víctor daba por hecho que la chica había mentido, que había acusado falsamente al chico llevada por el resentimiento, o intentando chantajearle, dado que la familia de él tenía mucho dinero”[5]. Cuando la mujer del abogado escucha esto decide dejarlo, sin más, y el marido no entiende por qué. Hay un paralelo entre las líneas citadas y el cuento mencionado de García Márquez, ya que cuando todo el mundo se decide por algo (en este caso que la violación no había sucedido) no importa lo que un solo individuo piensa o sabe. Hasta la persona afectada puede llegar a creer que ella misma está loca, equivocada, exagerando la realidad o lo que sea.
Una historia de amor como otro cualquiera y Doce cuentos peregrinos son dos obras muy diferentes, pero en las dos está presente la proximidad a la ficción a la vez que la realidad, y es evidente que la frontera entre esos dos mundos no está nítida. Las historias de Etxebarria por lo general son más creíbles que los cuentos de García Márquez, pero casi todos podrían representar tanto la realidad como la ficción.
La soledad, la prostitución, el amor inalcanzable, el sentirse perdido y extranjero en un país… Los temas se repiten, independientes de si el autor nació en 1927[6] o en 1966[7], en Colombia o en España, si es hombre o mujer. Luego, si a ti te gustan las frases poéticas, los temas más complejos y las descripciones más detalladas y rebuscadas, pues que leas García Márquez y si te gusta el lenguaje fácil, vulgar y cotidiano, la narración directa y la perspectiva feminista, que leas Etxebarria. O, ¿por qué no leer los dos y luego hacer tu propia comparación?
Muy interesante, Elin:)Estoy fascinada de las lenguas en las dos obras. Son diferentes pero las logran presentar su historia propia. Las palabras de Márques no encaja en las historias de Extebarria y al contrario
SvaraRadera¡Gracias Laila! El tuyo también, aunque no he dejado comentarios... :) Estoy de acuerdo con lo que dices del lenguaje de cada autor. Sin embargo, nacieron en épocas y continentes diferentes, y cada uno ha aprendido usar el lenguaje y la técnica conveniente para su estilo/tipo de narración. Los dos lenguajes son descriptivos y representativos, pero de maneras diferentes..
SvaraRadera:)
SvaraRaderaEstoy agradecido por este valiosísimo material, Laila.Un beso.
SvaraRadera